8.31.2010

Yo no sé mañana...

Como cualquier día, se encendió la radio para notificarme que era hora de levantarse.

Para no perder la costumbre, refunfuñé en mis adentros por lo poco que habían durado mis horas de sueño y sin más, puse el pie sobre el suelo y arrancó el día.

Aparte de la novedad del mega congestionamiento que había para salir de Santa Tecla, en la oficina todo "normal", a pesar de que el ambiente se tornó un poco hostil desde hace exactamente una semana.
Amo lo que hago y soy muy buena en ello; además, me lo remuneran bonito. Pero como a cualquiera, no me gusta que me vean la cara de necesitada y se aprovechen de ello. Y tal como aprendí en mis clases de RRHH el ciclo pasado: el personal desmotivado, aunque sea efectivo, no rinde a su máxima expresión.

Dieron las 4:00 p.m. y me preparé para emprender los diez minutos de camino hacia la universidad; entre exposiciones, revelaciones y aprendizaje se pasaron las horas.

Ayer, deleité mi paladar con rico sushi. Hoy, arroz del día hecho por mi mami, queso y frijoles;los ingredientes de la típica cena del salvadoreño. Me encanta darme mis lujos, no lo voy a negar, tanto alimenticios como de vestir;pero ¿vale la pena tratar de llenar los vacíos de satisfacción laboral con el consumo comercial?

Mañana no sé qué me esperará, pero no me desanimo. Estoy consciente de que cuando se cierra una puerta, aunque no es de inmediato, se abre una nueva; y que tengo capacidad y potencial para explotar. Mi tiempo se cumplió y que se venga lo que tenga que afrontar, estoy dispuesta a dejar que la vida me revuelque, porque al final de mis días podré decir con satisfacción que saqué el mayor provecho a la adversidad.

8.22.2010

Yo confieso

...que esta es la tercera entrada que empiezo a escribir en la semana.

Las dos anteriores no pasaron de borrador y, eventualmente, las eliminé. ¿La razón? De pronto en medio de la redacción de las entradas, me percaté que no era nada relevante. Fueron impulsos que no produjeron más de un párrafo y que ni siquiera valía la pena terminarlos para publicar el mismo día.

Siendo honesta, tengo un solo relajo en mi cabeza...


Esta semana, por ejemplo, se juntaron un par de cosas que me hicieron reaccionar con el hígado; pero que al darle paso a la razón preferí no comentarlos, porque tal como quedó demostrado al final de la semana, me estaba adelantando e inventando cosas donde no las hay.

No me gusta escribir por escribir, pero tampoco dejar de hacerlo. Ordenaré mis pensamientos, emociones y acciones, para traducirlo en algo que realmente valga la pena.

8.16.2010

¿En qué momento...

la vida se me hizo corta,

sin razón o sentido más que seguir
una rutina que aborrece mi sentir?

Es tan fácil para ellos pedir, pedir, pedir;
mas no saben que lo único que quiero es huir lejos de aquí.


8.09.2010

Increíble

Es extraño, porque todo pasó de imprevisto.

Demasiado, diría yo.
Empezó desde el final y va llegando a su origen,
cargada de múltiples sube y bajas de contradictorias emociones.

¿Señales mal direccionadas?
Podría ser.
Pero estar sobre esta cuerda floja
es una descarga que me hace sentir bien...




8.04.2010

Pelando jícamas

¿Y usted, ya probó la depilación con cera?


Ojo que no hago distinción entre señoritas y caballeros, porque sé que hay algunos que, aunque no lo aceptan en público, ya han experimentado las mieles y hieles de esta práctica.

Desde hace mucho estaba considerando la opción, pero la incertidumbre por el ahora comprobado y horrible dolor que produce me habían detenido; sin embargo las razones y buenas recomendaciones de terceros creíbles y allegados a mí, me terminaron de convencer. Y así fue como el lunes hice la cita con el verdugo de esos indeseables y fastidiosos vellos de las piernas.

No les voy a mentir, duele hasta el alma cada jalón que te propician; y quizá el nerviosismo y la predisposición al dolor que uno tiene mentalizada por ser primera vez le dan un toque aditivo al dolor. Según declaraciones de quien lo estaba haciendo, es cuestión de acostumbrarse, tanto así que luego de un par de veces, voy a estar tan acondicionada al dolor que ni voy a sentir.

¿Masoquismo? Quizás un poco. Porque aunque no haya disfrutado el dolor, si amo, desde ya, los beneficios a corto y largo plazo que trae consigo.

Como todo ser humano, soy inquisitiva (por no decir metida) por naturaleza, y no despegué mi vista mientras lo hacían; y ver el color de la tela con la que te retiran la cera, más lo blancuzco de mi piel no pude evitar pensar que la depilación con cera era un símil a lo que hacemos cuando pelamos jícamas.

Y sí, en este caso, la belleza y la pereza se pagan con dolor.

8.02.2010

"El que no arriesga...

no gana".


Así reza el dicho popular y, aunque sea catalogado como tal porque nace de la sabiduría de los pueblos, muchas veces me he preguntado si esta sigue vigente en nuestros dorados tiempos.

Vivimos en una sociedad en la que el más vivo es el que siempre sale ganando y no necesariamente porque es el que se las juega sin importar que las consecuencias sean buenas o malas; sino porque supo aprovechar las desventajas del que, por estar planificando su estrategia, las dejó de lado.

Ahora bien, ¿de qué sirve arriesgarse, si con esta acción puede ser más la decepción que la satisfacción de obtener lo que se esperaba?

La respuesta obvia es: más vale dejar las cosas claras que pensar en el que hubiera pasado si...; pero ¿y si es mucho lo que se pierde a partir del arranque de coraje?

Fluir con la corriente no implica necesariamente ir sin rumbo definido, así como lanzarse tras la presa no asegura una cacería satisfactoria.

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