5.14.2011

¿Por qué no se callan?

La desesperación de algunos hombres en la calle es directamente proporcional al enojo que siento cada vez que escucho un "shh, shh... Adiós, mi amor".

En serio, ¿qué esperan que les responda o haga uno?
Que detenga mi paso para decirle: gracias, panzón.
O quizás esperan que me de la vuelta, les guiñe el ojo y les dé mi teléfono.
Acercándome un poco a la realidad creo que lo que les encanta es verle la posterior cara de enojada a uno.

Confieso que a más de alguno me han dado ganas de responderle amablemente, con el afán de sacarlos de su aura de confianza con el que se les ocurre decirle cualquier tontera a uno.
Ya lo he hecho, pero mi reacción no fue exactamente amable: policías y militares andaban patrullando cuando yo pasé y a uno se le ocurrió decir uno de sus nada rebuscados piropos, a lo que indignada respondí: "respete! Está trabajando".
Achicado frente al resto del grupo solo agachó la cabeza y siguió caminando. Al final creo que quien quedó mal fui yo. Deben de haber pensado: bueno, ¿y esta loca?

Si alguien lo ha hecho, tiene alguna experiencia similar de odio contra la verborrea desesperada de estos hombres o sostiene cualquier teoría: adelante, platiquemos.

5.06.2011

Esperarte

[Inserte su emoción aquí]

No sabés lo difícil que se me hace esperarte.
Aparecés cuando y donde menos quiero, bien dicen que cuando uno deja de buscar aparecen las cosas de imprevisto; lamentablemente todo es para mal.
Te encuentro de forma escueta y ¡cómo lo detesto!

Se supone que -yo creo que- soy buena, pero siempre y por más que pongo y se me ponen
enfrente los medios, no llegás.
Es tedioso todo esto, corróeme la envidia al ver como hasta parece que desfilás para los demás solo para hacerme sentir olvidada.

Quizás me voy a rendir, talvez aunque sea por lastimera venís y te apiadás de mí, me dejás tenerte un rato y no importa, te voy a dejar ir una vez más.
Pero aparecé, urgís más que Remberto.

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