11.09.2010

Alternando perspectivas

Para ahondar un poco en los túneles de nuestra imaginación, en la cátedra de Prensa - II nos asignaron escribir el punto de vista de una mosca atrapada en un vaso de vidrio. Fue interesante el ejercicio y aunque de pronto me quedé como falta de palabras estoy contenta con el resultado.

Divertido fue, además, compartir los distintos puntos de vista con mis compañeros y en estos relatos salieron a relucir moscas con pensamiento crítico social, llenas de orgullo, en estado depresivo y la que vive feliz en el mercado.

Sin más preámbulo les comparto mi punto de vista:

Concentrada estaba yo en mis cosas de mosca cuando una corriente de aire extraña me sorprendió sin darme mucho tiempo de reaccionar. Perturbada por el golpe con el periódico del que medianamente logré escaparme, recuperé la noción del tiempo y de pronto el aire se volvió pesado, limitado y encerrado. Parece que quien me mantiene cautiva disfruta hacer experimentos con insectos, porque de entre el resto de lugares que he merodeado en todo este tiempo ha sido el único golpe sin intenciones homicidas que he recibido, incluso cuando este me tomó desprevenida.

Alborotada por tratar de encontrar una salida me propicié un par de golpes en el área del objeto que me ha privado de las corrientes que me permiten volar. Su superficie casi lisa y transparente alberga una textura que imita la forma de unas flores. La forma oval y cilíndrica me resulta familiar, pero no coincide el que ahora no pueda escapar.

Mientras recuperaba el aliento y ordenaba las ideas de la estrategia que me daría por fin la libertad, me dispuse a observar al hechor de la captura. De baja estatura, un peinado estilo hongo y pómulos rechonchos, rodeaba la zona con mirada victoriosa, como la del moscardón que presume la gravedad de su aleteo.

El aire empieza a escasear y las fuerzas invertidas en los previos y fallidos intentos optaron por nunca regresar. Me pasé los días evitando el veneno, las raquetas cargadas de electricidad y la telaraña de la sala de estar, y nunca imaginé morir de esta forma tan “segura”, pero banal que le resta a mi reputación la astucia por la que al gremio siempre le recordarán.

11.08.2010

Tengo un trauma

No sé si sea severo y exagerado, pero me gusta creer que le hago un favor a quien me lee al no ver letras erróneamente colocadas, tildes extra, mal puestas o ausentes.

Antes era “normal” y a pesar que desde antes era una loca tildes, las comas han sido mi martirio. Pero si algo amé de mi trabajo fue la oportunidad que me brindó de especializarme en lo que me encanta.

Ha sido, desde luego, un gusto para mí encontrarme con personas que comparten este agrado desmedido por la ortografía, y aún más con aquellos dispuestos a dejarse corregir.

Y si me hace aburrida, pues ni modo. Con mucho gusto acepto el título.

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